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UN TEATRO XICO. La memoria a escena.

Actualizado: 5 jul 2020

Por Arnaud Charpentier.


Hay recintos extraordinarios, que hacen que uno sueñe, lo llaman. El teatro Xicohténcatl, en la ciudad de Tlaxcala es uno de ellos. Para mí, uno de teatros los más bellos de todo el país, de estilo barroco pero elegante, de proporciones ideales. Todas las funciones que he podido dar allá han sido maravillosas: un público entrañable, un equipo técnico de gran nivel, mucha calidad humana. Una magia propia a este lugar. Hay imágenes que hacen que uno sueñe y no lo dejan: una imagen que vi una sola vez en un libro que nunca volví a encontrar. Era una foto antigua: una toma de la sala de un teatro europeo, durante la Segunda Guerra Mundial. En los palcos se habían refugiado familias enteras, con hijos, abuelos y animales, allí vivían, se distinguía una especie de vecindad digna de una película de Fellini en donde colgaban ropa y sábanas. Me quedé imaginando un buen rato a qué pudo parecerse la vida de esta gente en tales condiciones, con el miedo de las bombas sobre la ciudad. Yo quería seguir soñando despierto. El sueño de esta imagen encontró el teatro de mis sueños. Al principio del 2012 se formó un grupo de 15 artistas tlaxcaltecas. Una suma de individuos que había que reunir alrededor de un mismo sueño: encontrar la voz propia del teatro Xicohténcatl. El trabajo sin duda más importante y rescatable de todo este proyecto fue salir en busca de la memoria del teatro, y a través de ésta, la historia de una ciudad y de un estado. Investigación en archivos oficiales, audiencias con historiadores, rápidamente nos dimos cuenta que el material era muy escaso. Entonces fuimos a buscar a la gente que mejor conoció este recinto: los ancianos. Un día memorable fue la charla que tuvimos con Don José Rojas Torres, familiar de una de las actrices participantes, quien de niño, a la edad de 8 años había sido proyeccionista. El teatro fungía como cine en aquella época, este señor nunca había tenido la oportunidad de volver a entrar al recinto hasta el día del encuentro con nosotros. La emoción era palpable, la lengua se soltó, la pequeña historia se develó. Bueno, resulta que el teatro tuvo muchas vidas. Fue edificado en 1886, desde entonces ha sufrido varias remodelaciones, las más importantes en 1945 y en los años 80, en donde se pide al artista estadounidense John Fulton pintar el famoso plafón de la musas (en esta ocasión desapareció el gran candil del teatro, malas lenguas dicen por allá que Silvia Pinal, entonces esposa del gobernador, fue la que se lo llevó)… El teatro no fue siempre teatro, también fue palenque, congreso del estado, arena de boxeo, ¡hasta cine porno!



Fotografía cortesía de Alain Kerriou.

Empezamos una serie de improvisaciones donde nacieron casi todos los personajes de la futura obra. El material fue transmitido a la dramaturga, Verónica Maldonado. Verónica quiso abordar el tema de la urgencia del teatro, imaginado su pronta demolición: ¿Qué opinaría la gente si se derrumbara el teatro de su ciudad para substituirlo por un Sanborns o un Oxxo, por ejemplo? (y de paso: ¿no les recuerda nada?). Tuvimos la idea de empezar el espectáculo con una falsa visita guiada del teatro a cargo de edecanes enviadas por la Secretaria de turismo. Al final de un corto recorrido, ellas instalan a los espectadores en unas gradas colocadas en el escenario, frente a los palcos, el telón se abre y descubren… ¡que el teatro está en obra negra! Aparecen dos ingenieros que pretenden tirar el edificio ahora mismo y piden a los asistentes dejar sus lugares, les gritan de todo, los insultan… incomodidad, nadie sabe qué hacer... Así empieza todo. Lo que sigue es una serie de manifestaciones de los fantasmas que habitan el lugar. Se dan cuenta de lo que está pasando y deciden agruparse para, juntos, defender su teatro. Verónica hizo alusión al ciudadano mexicano frente a los vende-patrias de todo tipo, obligando el espectador a tomar posición. Ingenio de la sinopsis, fineza de la lengua: Verónica Maldonado firma allí sin duda una obra maestra. ¡Lo más increíble es que los papeles fueron escritos a la medida de cada actor que ella pudo conocer antes del proceso de escritura! El 16 de mayo del 2013, un sueño, este sueño que partió de una foto, encontró este recinto, luego resonó en el corazón de los actores Hilda Serrano, María Guadalupe Flores, Antonia Nezahaucoyotl, David Santana, Edgar Landeros, Elizabeth Haydée López Díaz, Ermy A. Méndez, Samfer, Erick Contreras, Ana Maribel Tlacuilo, el músico Filiberto Cortés, el cantante José Luis Papalotzi, Pablo Cano y Blanca Lander, Verónica Maldonado, Francia Castañeda, Alain Kerriou y Miguel Ortiz, este sueño salió a la luz, ante los ojos asombrados de los cien espectadores que cabían sobre el escenario del teatro Xico. El teatro, por fin, hablaba por su propia voz. Al final de la obra, los actores se desvanecían, dejando al público solo en el escenario. El entonces director del recinto, mi amigo Gerardo Navarro, surgía por la puerta de atrás y pedía atentamente a la asistencia desalojar el lugar ya que el teatro no estaba abierto este día. No quedaba más que salir del teatro. En la calle, sobre la banqueta de enfrente, saludaban los actores. Aplausos mientras pasaban los coches.


Fotografía cortesía de Alain Kerriou.

(Este artículo fue publicado en enero del 2014 en

versión integral en la Revista Paso de Gato.)



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